lunes, 6 de junio de 2016

Premio relato de tema libre

 ¡Hola de nuevo! Os traigo otro relato con el que gané este fin de semana el segundo premio entre los participantes de mi barrio y otros cercanos. Espero que os guste.

El sol se pone y las estrellas acuden a su entierro al paso que el rugir de las olas dictan.  Cae la noche y todo aquello que teme a la luz acude a la oscuridad que calma sus nervios.
 No hay ruido, no al menos controlable por los humanos y, mientras la oscuridad se pronuncia más y más, una sirena se alza entre las aguas.
 Sabe que no debe acercarse a la orilla pues con cada centímetro se pronuncia su peligro, pero aún más peligro ve en dejar que su corazón se enfríe...
 Noche tras noche deja que el destino sea quien maneje su futuro, pues sabe que en tierra firme no todos serían capaces de saber que algo dentro de ella late y tiene conciencia. Pero las cosas cambian si entre el peligro logras ver aquello que necesitas.
 Tras horas consigue divisar esa playa de arenas claras. Deja sobresalir la cabeza encima del agua y que la luz de la luna llena bañe sus largos cabellos... y allí está él, a tan solo unos pocos metros.
 Todo cobra sentido, el peligro parece alejarse a pasos grandes y ello hace que pese a estar cansada consiga nadar aún más rápido.
 Él comienza a adentrarse en las aguas cristalinas con los pantalones remangados y su pelo negro revuelto. Poco a poco consiguen estar más cerca. La piel de él se eriza, las escamas de ella también y ambos mantienen la mirada fija en el otro. Polos opuestos que la naturaleza ha decidido crear o barreras que se interponen a modo de pruebas...
 La mano de él avanza con timidez hasta posarse en la mejilla de ella. Tactos distintos, pieles diferentes que forman un único corazón.
 A veces hay seres que no necesitan un mismo idioma para comunicarse, pero hablar no tiene que ser necesario para ello.
 La noche los abraza, aquella playa muda guarda su secreto mientras ellos se sienten por un momento del mismo mundo.
 La sirena tiende su mano y sobre ella se encuentra una caracola hueca de color blanco.
 <<Así lograrás escuchar el lugar del que provengo cuando el ruido de tu mundo no te deje escuchar al corazón>>. Piensa ella, pero sus labios no se despegan.
 Él coge la caracola con decisión y se la acerca al oído mientras su boca da paso a una cálida sonrisa.
 Los tímidos rayos del sol irrumpen a ambos; es la hora de volver.
 Se miran, y los ojos del chico buscan la respuesta que cada noche trata de averiguar, ella asiente y al instante se da la vuelta para sumergirse en el agua y alejarse de la orilla.
 Una lágrima de él avanza por su rostro y se acaba fundiendo entre el resto de las gotas.

 Y una vez más los metros se empiezan a hacer cada vez más y más hasta convertirse en kilómetros que disminuyen el peligro y hacen resurgir el vacío de dos corazones que han nacido en medios equivocados.

Premio microrrelato en memoria de Cervantes

¡Buenas! No sé hasta que punto esto os puede resultar de interés, pero hace aproximadamente un mes presenté este microrrelato a un concurso a nivel de Málaga provincia y pueblos y resultó ser uno de los dos ganadores en la categoría de alumnos de bachillerato y ciclos.

En cuanto a las bases el relato debía de tener un máximo de 100 palabras y contener alusión a Cervantes o a sus personajes cervantinos.

En este caso el relato consiste en una conversación entre dos molinos. No es nada del otro mundo pero aquí está.


—Ese hidalgo... ¡menos buscar en libros como ser un caballero y más trabajar para lograr ser un honrado campesino!
—Desde luego, está hecho todo un holgazán. ¡Vergüenza le tendría que dar tener así al bonachón de Sancho —comenzó a decir—. Además, ayer tan solo consiguió atenuar nuestras blancas paredes sin haber mediado con nosotros palabra alguna.
—Miedo me da el momento en el que el amo nos vea así... ¿pensará que la calidad de nuestro trigo ha empeorado? —preguntó preocupado.
—Lo dudo mucho fiel compañero, pues nosotros no tenemos forma alguna de defendernos.
—Cierto es...
—¡Alerta! ¡Cállate! ¡Que ahí viene de nuevo cabalgando!
—¡De acuerdo, detén las astas! Trata de no moverte y no se detendrá en nosotros...