martes, 30 de diciembre de 2014

Bajando y bajando en picado.

 Un día más te escribo, no sé qué hora es, ni porqué lo hago, ni siquiera si me siento mejor o peor que ayer sólo sé que mis fuerzas se están acabando, llevo ya días en una montaña rusa bajando y bajando en picado sin ver el puto suelo y el vértigo que me produce no saber lo que está pasando hace que me entren más ganas de llegar al final aunque sea estampándome con el suelo de cara. Al menos me queda el consuelo de saber que cuando llegue abajo no habrán más caídas ni bajones, tal vez en el suelo se encuentra la nueva libreta en la que pueda empezar a escribir una historia desde el principio, esta vez sin ti, ya no hace falta que me prestes tu bolígrafo ni siquiera que aparezca tu nombre en ningún margen ¿sabes? creo que ahora que tú estás arriba de la montaña rusa y yo a punto de tocar fondo tienes tú más que perder que yo, pero cuando caigas y al igual que yo llegues adonde estoy entonces ya estaré mucho más en lo alto y te aseguro que no seré tan gilipollas de tener la oportunidad de estar con la única persona que te quiere con la máxima intensidad que te mereces o incluso más y haber hecho que caiga por ti y haber estropeado la mejor oportunidad que se te ha cruzado por delante;

te aseguro que si tenemos la oportunidad de volver cruzarnos esta vez seré yo la que dé un paso por delante tuya porque sin ti conseguiré todo lo que me proponga... sólo me falta empezar a creérmelo un poco más y entonces, sin ti, será cuando aprenda lo que es ser feliz.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Alguien que una nuestros pedazos rotos con un simple abrazo.

 Supongo que todos buscamos a un tren que nos lleve lejos donde alguien nos espere en la estación con los brazos extendidos, a alguien que una nuestros pedazos rotos con un simple abrazo o a esa letra de la canción que nos gusta convertida en realidad porque estoy segura de que todos tenemos una canción en la que al escucharla no podemos evitar estremecernos y que la imagen de esa persona invada nuestra mente y sentirnos demasiado imbéciles y débiles por no tener las fuerzas, o las ganas, no sé, de darle a ese puto botón de stop e intentar llenar nuestras vacías mentes con otra cosa, pues si, yo también soy esa persona a la que le gusta torturarse durante los 3 minutos y medio de esa maldita canción porque al menos siento que tengo algo, una pequeña parte de la persona con la que quiero estar y el destino es tan cabrón de no querer que sea así.

 Supongo que es mucho más fácil esperar a que ese algo que queremos llegue y quedarnos quietos con el deseo de que las cosas cambien porque sabemos que si damos un solo paso más posiblemente retrocedamos o caigamos en un pozo de paredes altas y lisas, por lo que se trata de tener fuerzas, fuerza mental digo, porque mis peores miedos se encuentran en mi mente y si de algo estoy segura es de las únicas dos cosas que sé que pueden conmigo, y son mi mente y su lejanía.