Vivimos en una enorme esfera de color azul
rodeados por un montón de gases que en solitarios podrían ser el más grande
veneno para nosotros envolviendo a otra gran esfera de hierro y a miles de
litros de la más ardiente lava. A nuestro alrededor nos envuelve un mundo en el
que no sabemos ni una mínima parte de lo que nos aguarda esperando a ser
investigado. Miles de rocas que nos rodean y diariamente golpean contra nuestro
hogar creando una constante lucha por la que sobrevivir, también otras más
bonitas nos acompañan envueltas de fuego y sedientas por desprender aún más luz
queriendo hacerse ver.
Vivimos en un mundo en el que no sabemos nada
con completa certeza, ni siquiera su procedencia y mucho menos su destino.
Vivimos en un mundo en el que el misterio por
saber lo que nos acompaña es el más grande enigma que siempre tendremos a
nuestro lado.
Vivimos en un mundo de misterio, de creernos
los reyes cuando no sabemos si hay alguien ahí arriba que nos observe. Procedemos
del error de un simple choque de dos partículas por las cuales todo lo que está
a nuestro alrededor se originó y yo aún sigo pensando que qué hago aquí cuando
el más mínimo cambio que se hubiese producido años atrás habría hecho que de lo
que tanto me quejo ni siquiera existiese.