Hoy el día amanece como siempre, la misma
intensidad de luz traspasa los huecos de la persiana entreabierta y como a
diario hay sobre la encimera de la cocina una jarra de café caliente. No hay
nada que me diga que hoy va a ser un día diferente o que las cosas van a ir a
mejor. ¿Nuevo año? ¿Tiene acaso que ser mejor? No. No creo que vaya a ser mejor
ni peor sólo sé que hoy vuelvo a arrancar una página del calendario como en
otras muchas otras ocasiones antes lo he hecho.
Dicen que luchemos, que sonriamos, que
cumplamos nuestros sueños, pero ¿por qué? ¿Porque haya en la parte superior del
almanaque un nuevo número? No creo que nuestros sueños se vean influidos para
mejor o para peor según el mes del año en el que estemos, tampoco las fuerzas
sobretodo hoy que muchos se despiertan sin saber quiénes son.
Por eso lucharé, lucharé como siempre, por dar
lo mejor de mi o al menos intentar darlo pero no porque todos lo vayan a
empezar a hacer ahora, no, sino porque en mí ya forma parte de la rutina como
debería de ser para todos. Este año no tengo propósitos de año nuevo porque los
llevo arrastrando desde mucho tiempo atrás. Este año voy a luchar más que el
anterior como hice a su vez el pasado año, pero no porque todos lo hagan, no en
forma de nuevo propósito, ni siquiera porque ahora mismo es el momento en el
que más días me quedan por delante, no;
sino simplemente por mí que creo que es una buena razón por la que hacerlo.