martes, 21 de julio de 2015

Fin en Gran Vía

 Estoy sentada en la ventana de un octavo piso con vistas a Gran Vía, ni siquiera sé que hago aquí. Mi única compañía es la luna que baña, lejana, el oscuro cielo. Por la carretera no paran de circular coches, seguramente a esa altura el desgaste de las gomas de las ruedas contra el suelo es sumamente desagradable.
 Se supone que la única luz que tendría que haber debería ser la de la luna y, sin embargo, hay tantas luces que esto parece un bar de copas; farolas, intermitentes y focos no cesan de alumbrar la noche y por el contrario, nadie camina por la calzada.
 Bajo hasta tocar el suelo con los pies y camino por el borde de la calzada expulsando nubes de vaho que se funden entre el frío, la noche continúa oscura al igual que yo, pues desde hace un tiempo no encuentro la luz que me guíe y me salve del frío y la soledad.
 Continúo caminando, no me preocupa hacia donde, ni siquiera el tiempo o las altas horas de la madrugada que son, solamente me preocupo por no caerme y sostenerme así por las escasas fuerzas que a duras penas logran mantenerme en pie.
 De repente por la carretera pasa rápidamente una ambulancia que hace que me retumben los oídos y la luz casi me cegue, casi caigo contra la calzada pues si hubiera estendido un brazo estoy segura de que podría haberla tocado, por un momento me pregunto quien es el culpable de hacer que la ambulancia tenga tanta prisa, me pregunto quién permanecerá tumbado en el interior de ella, me pregunto por si estará bien, por si se recuperará pronto  pero caigo en la cuenta de lo absurdo que resulta preguntarme por alguien que sé que nuca conoceré y, la verdad, ya me gustaría tener a mi a alguien que se pregunte por como estoy, alguien que me tienda la mano, alguien que me acaricie la cara y me diga entre susurros que todo irá bien.
 Sacudo la cabeza como tratando así de borrar los pensamientos que llevan tiempo alojados en mi mente, que inútil, que inútil preocuparse por alguien a quien no conozco mientras gente que tengo a mi lado no mueve un dedo por mí, menuda inútil soy.
 Tuerzo la cabeza, una vez más, porque sonará muy irónico pero últimamente reparo mucho más en el pasado que en el futuro o en lo que ahora soy, tuerzo la cabeza y solo soy capaz de escuchar más ruido, más sirenas, más sonidos ensordecedores que luchan por ahogarme de nuevo en la más profunda agonía.
 Vuelvo por donde he venido, siguiendo mis pasos a ras de la carretera con solamente la compañía de los latidos de mi corazón que se aceleran por momentos.
 Finalmente llego, llego al lugar de donde procedían los ruidos y reparo en una ambulancia, inconscientemente se me coge un nudo en el pecho, tomo aire y trato tranquilizarme expulsándolo lentamente antes de coger las fuerzas necesarias para mirar lo que hay sobre el frío suelo bañado por la humedad.
 Cuando por fin me concentro y consigo enfocar mis ojos descubro lo que hay, sobre el suelo una manta brillante yace ocultando un bulto del tamaño de una persona tal y como sale en las películas, a su alrededor, personas que hablan en voz baja, médicos que descansan apoyados en la ambulancia sin poder hacer nada, miro para arriba, solo una última vez más y veo la ventana de mi habitación abierta.

 Me pongo la mano en el pecho entre la gente ya que nadie ha reparado en que estoy aquí de pie, no late.

lunes, 20 de julio de 2015

Morfeo

Voy a mecerme en tus labios,
voy a llamar a Morfeo
para que me atrape
y no me deje salir nunca.
Voy a formar constelaciones en tu piel
y a contemplar el universo más bonito en tu mirada.
Voy a dejarme llevar,
meciéndome solo con tu risa.
Voy a acunarme los tormentos
con tan solo ver salir el sol en tu mirada
para así enterrar en tus costillas
todo mis miedos
y no dejarlos escapar nunca.
Voy a derribar esta muralla
para que mi corazón deje de estar como Roma
dejando de esconder en él
una vida calcinada,

que está atrapada bajo las cenizas más oscuras de una vida que avanza sin sentido.

jueves, 9 de abril de 2015

Vivimos en un mundo de misterio...

 Vivimos en una enorme esfera de color azul rodeados por un montón de gases que en solitarios podrían ser el más grande veneno para nosotros envolviendo a otra gran esfera de hierro y a miles de litros de la más ardiente lava. A nuestro alrededor nos envuelve un mundo en el que no sabemos ni una mínima parte de lo que nos aguarda esperando a ser investigado. Miles de rocas que nos rodean y diariamente golpean contra nuestro hogar creando una constante lucha por la que sobrevivir, también otras más bonitas nos acompañan envueltas de fuego y sedientas por desprender aún más luz queriendo hacerse ver.
 Vivimos en un mundo en el que no sabemos nada con completa certeza, ni siquiera su procedencia y mucho menos su destino.
 Vivimos en un mundo en el que el misterio por saber lo que nos acompaña es el más grande enigma que siempre tendremos a nuestro lado.
 Vivimos en un mundo de misterio, de creernos los reyes cuando no sabemos si hay alguien ahí arriba que nos observe. Procedemos del error de un simple choque de dos partículas por las cuales todo lo que está a nuestro alrededor se originó y yo aún sigo pensando que qué hago aquí cuando el más mínimo cambio que se hubiese producido años atrás habría hecho que de lo que tanto me quejo ni siquiera existiese.

jueves, 1 de enero de 2015

Día 1/365

 Hoy el día amanece como siempre, la misma intensidad de luz traspasa los huecos de la persiana entreabierta y como a diario hay sobre la encimera de la cocina una jarra de café caliente. No hay nada que me diga que hoy va a ser un día diferente o que las cosas van a ir a mejor. ¿Nuevo año? ¿Tiene acaso que ser mejor? No. No creo que vaya a ser mejor ni peor sólo sé que hoy vuelvo a arrancar una página del calendario como en otras muchas otras ocasiones antes lo he hecho.
 Dicen que luchemos, que sonriamos, que cumplamos nuestros sueños, pero ¿por qué? ¿Porque haya en la parte superior del almanaque un nuevo número? No creo que nuestros sueños se vean influidos para mejor o para peor según el mes del año en el que estemos, tampoco las fuerzas sobretodo hoy que muchos se despiertan sin saber quiénes son.
 Por eso lucharé, lucharé como siempre, por dar lo mejor de mi o al menos intentar darlo pero no porque todos lo vayan a empezar a hacer ahora, no, sino porque en mí ya forma parte de la rutina como debería de ser para todos. Este año no tengo propósitos de año nuevo porque los llevo arrastrando desde mucho tiempo atrás. Este año voy a luchar más que el anterior como hice a su vez el pasado año, pero no porque todos lo hagan, no en forma de nuevo propósito, ni siquiera porque ahora mismo es el momento en el que más días me quedan por delante, no;

sino simplemente por mí que creo que es una buena razón por la que hacerlo.